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elindomable

Buenas noches.

Buenas noches.

Había cocinado sushi para sus amigos del trabajo. Otro había traído vino. Otra, helado. Otro había cocinado unos pimientos rellenos de carne. Además, el resto había traído quesos, paté con mermelada y cosas para picar. Toda la noche en la cocina, preparando la comida, riendo, algunos se hicieron unos porros... Y así pasó la noche, entre risas y amigos. Al día siguiente había que ir a trabajar y a eso de la una de la mañana cada uno comenzó a irse a casa para dormir algo. Cogió el metro con otros tres amigos pero fue el primero en bajarse. La parada de metro más cercana de esa línea estaba a unos quince minutos caminando de su casa.

Iba solo por la calle. Se cruzó con tres o cuatro personas y con el camión de la basura, que hacía un ruido ensordecedor. Soplaba un poco de aire y la avenida por la que bajaba estaba extrañamente vacía. Puede que por eso se girara varias veces para comprobar que realmente iba solo. Y así era. Supongo que todo el mundo tiene derecho a tener un poco de precaución o miedo irracional, como se le quiera llamar. Paso a paso sus Adidas le llevaban a su cama. Cuando estaba a punto de doblar la última esquina antes de llegar a su portal se fijó en un bulto que yacía sobre un banco de la calle. Siguió caminando pero no podía quitar sus ojos de esa persona que dormía tan sólo tapada con una manta. Llevaba barba, la piel un tanto oscura por no lavarse y estaba envuelto como una larva en una manta no muy gruesa de un color amarillento. Dormía plácidamente. Con la boca abierta.

No se detuvo pero pudo comprobar que realmente estaba dormido. Sí, los ojos no estaban entornados sino bien cerrados. Con las manos en los bolsillos tocó una moneda de 2 Euros que llevaba encima. Pensó en dejarla en el suelo. Así le hacía un favor sin que pareciera una limosna. Pensó en el amor propio de una persona que, seguramente, ya lo había dado por perdido. Pero tampoco dejó el dinero. Siguió caminando, triste, abatido y haciendo girar con sus dedos esa moneda dentro del bolsillo de su vaquero.

Cinco minutos más tarde estaba en su cama. Grandísima. En sus sábanas rojas y negras. Hacia calor y se tapó con la sábana hasta las orejas. La moneda estaba sobre una repisa de la estantería. Apagó la luz y cerró los ojos. Esa noche tardaría en dormirse un poco más de lo normal. Sólo un poco.

2 comentarios

Pobre Furby -

Te creeras muy cool y muy intelectualoide con estos cuentecitos y estas chorradas en tu blog. Seguro que eres uno de esos modernos hippies comunistoides que se creen muy importantes por ponerse delante de un micro.
Abrazos!

Sara -

¿Has pensado en hacer algo con esos cuentos? Y otra duda: ¿los tienes escritos o los vas escribiendo sobre la marcha?
Un besín! (sin)