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elindomable

Paris

Paris

Silencio. Una respiración profunda rebota contra la almohada. Unas piernas se mueven bajo unas sábanas con demasiado apresto.

Abrió los ojos y vió unas flores sobre la mesilla. Tras pasar sus delicadas manos por sus enormes y rasgados ojos marrones pudo distinguir cuatro rosas amarillas. Sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. La luz de la mañana inundaba toda la habitación del hotel de una forma despiadada y cálida al mismo tiempo. Las rosas estaban inmóviles, casi imperturbables hasta que ella estiró sus dedos y rozó con suavidad las pequeñas hojas que aún dejaban resbalar hacia su interior algunas gotas de rocío. Estaba despeinadísima pero se sentía mucho más guapa que cualquier otro día.

Sonidos apagados de bocinas de coches en el exterior. Un rumor se cuela bajo la puerta. El servicio de habitaciones limpia una de las habitaciones de enfrente.

Salió del cuarto de baño con la cara lavada. Se sentía guapa antes pero no pudo evitar peinarse al verse reflejada en el espejo. Sus tobillos crujieron de forma casi imperceptible mientras se dirigía de nuevo a la cama. Eso le hacía gracia. Se sentó con las piernas cruzadas, se puso bien el camisón con el que había dormido y miró a su alrededor hasta que se topó con aquellas cuatro rosas sobre la mesilla. La habitación parecía en silencio, casi imperturbable, mientras el mundo seguía inmerso en sus ruidos. Estaba muy tranquila.

Una tarjeta entra en la cerradura. El bloqueo electrónico desaparece. Una luz verde se ilumina en el pomo y la puerta se abre.

Su primer instinto fue el de taparse pero se resistió. Se sabía guapa aquella mañana y, pese a que no le gustaba lucirse, estaba segura de que a él le gustaría. Una sonrisa. Otra sonrisa. Buenos días. ¿Has dormido bien? Gracias por las flores. Estás guapísima. Gracias por las flores, me encantan. Ella sabía que él le estaba mirando las piernas. Le apasionaba que le gustasen de aquel modo. Un abrazo. Así pudo comprobar cómo se hinchaba su pecho y, también, el de él. Todo parecía un sueño de color marfil, ciertamente difuso... pero no. El abrazo cesó y el día se inició en ese mismo instante.

Ruido de coches. Tacones. Risas. Sonido de restaurante. Un "bonjour" en cada esquina. La cámara admite que ha tomado una foto. Las palomas se arremolinan en las Tullerías.

 

3 comentarios

L. -

Quizás es lo más bonito que alguien ha escrito

Elindomable -

Me alegro de que te haya gustado tanto. Un beso.

Pintora de Sueños -

Admiro tu forma de ser, de pensar y de escribir. El crujido de los tobillos,que le hiciera gracia, el cruce de piernas, hasta el hecho de repetir "gracias por las flores",todo toca tanto la realidad...
Me apasiona tu forma de ver la vida, y que esos pequeños detalles no sean imperceptibles para ti.