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elindomable

Un chiste...

Un chiste...

Mi profesor de Guión de Ficción, Federico Volpini, que es muy majo y nos cuenta chistes... me contó uno el otro día. Como no tengo mejores cosas que añadir ya que mi vida privada se ha reducido a "0" con el Master, os lo cuento:

Una noche salen de marcha unos cuantos amigos. Uno era un asesino, el otro un sádico, otro era un pirómano, el de allá era un zoofilo y el último un masoquista. A eso de las 4 de la mañana ven a un gatito precioso por la calle...

Y el asesino dice: "Mirad, mirad... ¡un gato! ¡Vamos a matarlo!

El sádico responde: "Vale, vale... pero antes le damos una paliza."

El zoofilo añade: "Sí, pero también nos lo follamos."

Y el pirómano: "Síiiiiiiiii, pero luego le prendemos fuego..."

Y, en esto, el masoquista dice: "Miaaaaaaaaaaaaau, miaaaaaaaau".

Mi amigo el Pharmatón

Mi amigo el Pharmatón

No exactamente Pharmatón pero sí algo parecido. La verdad es que no actualizo y mi blog es un coñazo... pero es que no me da la vida. ¿Me dopo de forma legal o ilegal? "¿Se barbitura usted", como diría Dazz. Más vale que en Madrid tengo buenos amigos. A ellos se acude y siempre están ahí. Y son los de siempre, los que jamás dejan de ser un apoyo. Algún día aprenderé que son los que son. Lo prometo. Taste!!! Furby!!! Nuestro Toxic Boy!!! Dazz!!!... Son muchos. La lista no acaba ahí. Y eso... eso es lo bueno. ¿Vosotros ya sabéis quiénes sois, no?

Madrugar e ir al trabajo: Una hora de viaje.

Trabajar en la radio: Cuatro horas (de momento, que luego serán más).

Clases del Máster: Hasta las ocho y media de la tarde.

Trabajos del puto Máster: Guiones de Ficción, Programas, Derecho, etc... El resto del día.

¿Dormir? ¿Para qué?

 

 

Punto en boca

Punto en boca

Ya puestos a seguir las tradiciones navideñas no pude menos que seguir las campanadas de fin de año por TVE. Si vamos de clásicos, vamos a por todas, ¿no? Una cosa me llamó poderosamente la atención durante ese programa especial.

Obviando el modelo y visible tangazo de Anne Igartiburu (muy criticado, pero a ver quién es la guapa a la que le queda bien un vestido así) hubo un momento memorable. Yo estaba atacando al turrón de limón y al cava cuando Ramón García, que cumplía 10 años presentando esta gala, dijo una cosa que tiró de mi cuello como si de un anzuelo se tratara. Anne mandó un típico saludo a aquellos que trabajaban esa noche, hecho que Ramontxu aprovechó para darse un gustazo: promocionar su programa de Punto Radio. El Rey de las Vaquillas dijo que también había que acordarse de los que madrugaban al día siguiente, entre los cuales, estaba él. El día 1 de enero tenía que "madrugar a las nueve de la mañana para mi programa de Punto Radio". La cita no es textual pero no creo que difiera demasiado. Muy bien. Aprovecho que más de 9 millones de personas me ven en la televisión pública para darle cancha a mi programa de los domingos en una radio privada. Tengo mis dudas pero creo que esa transimisión también salió la noche del 31 de diciembre por Radio Nacional de España. Así se redondea la jugada.

Sé que muchas personas odian a Ramón García. Yo no. Me parece un buen presentador aunque su estilo y sus programas no me gusten. Lo respeto y valoro mucho, pero me parece que hay que tener un poco más de respeto a los medios públicos. Sin duda, el respeto deberían tenerlo también desde RTVE y sancionar o "llamar a consultas" a Ramón García.

Despejar la mente

De pronto me apetece perderme. Pasear durante horas, en círculos si es necesario, y no encontrarme con nadie. Tan sólo gente a mi alrededor. Mil rostros diferentes que golpean mi cara, al igual que un intenso frío. Me gusta respirar profundamente y evadirme pensando en estupideces. Caminar hasta que sienta cómo se congela la parte inferior de la cara y tenga que hundir hasta el fondo de mi abrigo las manos. Necesito ir a dar una vuelta, despejar la mente y cansar tanto mis piernas como me sea posible. Dar una vuelta y respirar. Ésa es la clave muchos días.

Paris

Paris

Silencio. Una respiración profunda rebota contra la almohada. Unas piernas se mueven bajo unas sábanas con demasiado apresto.

Abrió los ojos y vió unas flores sobre la mesilla. Tras pasar sus delicadas manos por sus enormes y rasgados ojos marrones pudo distinguir cuatro rosas amarillas. Sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. La luz de la mañana inundaba toda la habitación del hotel de una forma despiadada y cálida al mismo tiempo. Las rosas estaban inmóviles, casi imperturbables hasta que ella estiró sus dedos y rozó con suavidad las pequeñas hojas que aún dejaban resbalar hacia su interior algunas gotas de rocío. Estaba despeinadísima pero se sentía mucho más guapa que cualquier otro día.

Sonidos apagados de bocinas de coches en el exterior. Un rumor se cuela bajo la puerta. El servicio de habitaciones limpia una de las habitaciones de enfrente.

Salió del cuarto de baño con la cara lavada. Se sentía guapa antes pero no pudo evitar peinarse al verse reflejada en el espejo. Sus tobillos crujieron de forma casi imperceptible mientras se dirigía de nuevo a la cama. Eso le hacía gracia. Se sentó con las piernas cruzadas, se puso bien el camisón con el que había dormido y miró a su alrededor hasta que se topó con aquellas cuatro rosas sobre la mesilla. La habitación parecía en silencio, casi imperturbable, mientras el mundo seguía inmerso en sus ruidos. Estaba muy tranquila.

Una tarjeta entra en la cerradura. El bloqueo electrónico desaparece. Una luz verde se ilumina en el pomo y la puerta se abre.

Su primer instinto fue el de taparse pero se resistió. Se sabía guapa aquella mañana y, pese a que no le gustaba lucirse, estaba segura de que a él le gustaría. Una sonrisa. Otra sonrisa. Buenos días. ¿Has dormido bien? Gracias por las flores. Estás guapísima. Gracias por las flores, me encantan. Ella sabía que él le estaba mirando las piernas. Le apasionaba que le gustasen de aquel modo. Un abrazo. Así pudo comprobar cómo se hinchaba su pecho y, también, el de él. Todo parecía un sueño de color marfil, ciertamente difuso... pero no. El abrazo cesó y el día se inició en ese mismo instante.

Ruido de coches. Tacones. Risas. Sonido de restaurante. Un "bonjour" en cada esquina. La cámara admite que ha tomado una foto. Las palomas se arremolinan en las Tullerías.

 

Sólo cifras

Sólo cifras

Más de 3.000.000 de personas no tienen hogar en los Estados Unidos.

De ellos, entre 900.000 y 1.400.000 son niños que viven en la calle, según un estudio del NY Times.

Unas 11.000.000 de personas están en riesgo de perder sus hogares en los Estados Unidos y pasar a ser "homeless".

Oxfam estima que, en España, en torno a 273.000 personas viven en la calle o en alojamientos.

Cerca de 8.000 personas duermen cada noche en Madrid en la calle.

¿No podemos encontrar un mejor espejo donde mirarnos? En nuestro país, mientras pasa esto, un 15% de las viviendas están vacias. Fantástico. Todos podemos llegar a eso, todos podemos caer. Puede que la próxima vez que veamos a alguien dormir en la calle no sólo pensemos que "es una pena" o "pobre hombre". Puede que la próxima vez pensemos en no especular cuando tengamos más de una casa, puede que la próxima vez nos decidamos a echar una puta moneda. Yo mismo soy el primero que debe hacer eso.

Bailes

Bailes

Cómo van y vienen los rumores. De pronto aparece en Diario de Navarra (y en más medios) que Francino se va a Cuatro, que Gabilondo se va a los fines de semana de Cuatro y que Pedro Blanco pasa a presentar Hoy por Hoy. En principio esto es raro porque Francino, según algunos con los que he hablado, iba cogiendo soltura en la radio. Algunos dicen que suena muy "chulesco", pero el caso es que ha ido encontrando su sitio y sus modos. A mí me parece que ha salido bien del papelón en que estaba. ¿Y con Cuatro qué pasa? Gabilondo no consigue levantar el vuelo en audiencias y, desde mi punto de vista, no está cómodo. Pero todos estos hechos no justifican que se produzca este revuelo a las pocas semanas de que estos perodistas hayan ocupado sus nuevos puestos.

Pero el revuelo, el desconcierto que se crea... al día siguiente se corrige. O se aumenta, según se mire. Hoy, un día después de la información aparecida en Diario de Navarra, leo un titular que dice que Pedro Blanco sólo sustituye a Carles Francino durante Navidad. ¿Y Gabilondo? Pues el master se queda en los informativos de Cuatro en la edición de la noche. En resumen: todo como estaba. ¿Por qué pasa esto? ¿Tan precocupados están en Prisa con las decisiones que han tomado? ¿Están lanzando "globos sonda" como lo hizo el PP cuando estaba en el Gobierno para ver cómo sentaban en la sociedad posibles nuevas propuestas? ¿O es que los demás medios quieren hacer tambalear a la cadena líder de la radio?

¿Sabéis qué pienso yo? El que mejor se ha adaptado al cambio de medio y el único que ha demostrado que era buenísimo y que sigue siéndolo es Miguel Ángel Oliver. Era el mejor sustituto (y heredero) de Iñaki Gabilondo y, para mi gusto, ahora es el mejor presentador de los informativos de Cuatro.

El Dioni

Amigüitos, este es un cuento que tuve que hacer para clase. Con motivo de este día de la lotería y de la navidad que se echa encima sin piedad... aquí os dejo al Dioni. A más de uno ya le gusta. Many crismas y krustys para todos!

Dioni siempre había querido ser niño de San Ildefonso. Dioni tenía 30 años, barba y una buena mata de pelo en sus piernas. La verdad es que no pegaba mucho con sus compañeros de clase de 12 años. Pero es que Dioni quería ser uno de los niños de San Ildefonso que cantan el Gordo de Navidad. Se le había ido pasando el arroz. Primero no lo cogieron por ser muy pequeño, luego porque le estaba cambiando la voz, y ahora no lo cogían porque parecía el padre de todos los demás.

Pero Dioni no daba su brazo a torcer. Siempre se las ingeniaba para dejar alguna asignatura y tener que volver al cole un año más. El Director siempre le decía que no hiciera el tonto porque, con esa edad, ya era imposible que pudiera cantar el Gordo. Pero Dioni no daba su brazo a torcer.

Vicente, el niño de gafas y más repipi de la clase, iba a ser el encargado de sacar los números en el sorteo. Dioni no soportaba a este chaval. La que le acompañaría era Bea, una chica muy mona contra la que Dioni no tenía nada. A fin de cuentas, Bea no era su competidora por el puesto.

Llegó el día del sorteo. Vicente estaba resplandeciente. Bea no estaba nada fea. Y Dioni, Dioni estaba de público. El momento de empezar se iba acercando y Dioni, como era de San Ildefonso, pudo ir detrás del escenario. Su plan comenzaba en ese momento. Dioni se acercó a Vicente con una sonrisa fingida, sacó un batido de chocolate del bolsillo y se lo ofreció a Vicente. Para tener la garganta bien hidratada y esas cosas. El niño se lo bebió de trago sin saber que Dioni le había echado medio botiquín en el batido. En un rato, el repelente no podría ni tenerse en pie de los retortijones y, entonces, sería el gran momento de Dioni.Quedaban cinco minutos para que comenzara el sorteo y Vicente empezó a tener unos espasmos increíbles. Las piernas se le estiraban por completo, luego el cuello y luego los brazos. El Director llamó a una ambulancia y se lo llevaron al hospital. Su única posibilidad era Dioni. Quedaría un poco raro, pero, al menos, era un alumno.

Por fin, haría su sueño realidad. Bea estaba a su lado, frente al bombo, y se fijó en que Dioni no paraba de sudar. Bea le ofreció algo de beber y Dioni se lo tomó agradecido. Se levantó el telón. Las bolas comenzaron a girar, y cayó la primera. Dioni la cogió, pero, de pronto, sintió una punzada en el estómago. Estiró el brazo con la bola. No podía doblar el codo. Y entonces, Bea cantó el Gordo. Dioni, sudoroso, sólo pudo mirar bajo la mesa y ver que lo que había bebido era un batido de chocolate. ¡Mierda! ¡No podía doblar el codo y ver el número! Dioni no pudo cantar el gordo. Dioni, no pudo dar su brazo a torcer.

Disertando, que es gerundio.

Hoy he ido a un seminario sobre la Violencia de Género y su tratamiento en los medios. Ha sido muy interesante (pese a que esta noche apenas habré dormido 4 horas). Han ido directores y subdirectores de informativos de Telecinco, Cuatro, Antena 3, TVE y Canal Sur. También psicólogos, estudiosos de la comunicación y mil personas más.

De estas charlas he extraído varias conclusiones.

  • 1. Mujeres en cargos directivos de primer orden: Cero. No hay.
  • 2. Mujeres feministas: Creo que todas las que han aparecido allí.
  • 3. Constatación de que es un mundo machista: Por supuesto.
  • 4. Hay demasiada violencia en los medios: Y padres tan gilipollas como para pensar que la tele es una cuidadora.
  • 5. Los medios no educan. Se educa en casa o en la escuela (como bien ha dicho el subdtor. de Informativos Telecinco).
  • 6. Al Feminismo, como movimiento, hay que agradecerle la igualdad hacia la que vamos.
  • 7. No obstante, creo, el feminismo es algo solamente justificable siempre que se entienda como un revulsivo para esta sociedad machista en la que vivimos. El feminismo (al igual claro que el machismo) es algo a superar. Un paso previo a la igualdad. La clave es esa: somos diferentes pero, en el fondo, iguales.

Y además de todo esto he aprendido medios útiles y prácticos (porque el periodismo es en buena medida un oficio) para enfrentarme a una noticia así. En fin, no me meteré más a fondo porque no es el lugar. Otro día os pondré la dirección del estudio que se ha publicado, que es muy interesante. Es muy bueno escuchar a abanderadas del feminismo porque te enseñan, con el dedo índice si hace falta, a ver qué fallos puedo cometer como hombre-periodista. Lo cierto es que hay que replantearse todo cada día. ¿No creéis que nos cargamos día a día de mil prejuicios?

Se me va la Wendolyn!

Se me va la Wendolyn!

Hay veces en las que uno debe aprender a echarse a un lado. A quedarse quieto a los ojos de los demás aunque no pueda parar de mover los pies compulsivamente cuando nadie mira.

Esta es una época de paseos largos, de fotos en blanco y negro, de comprar discos que te arropen o te den energía, de centrarse en poner las cartas sobre la mesa y dedicarte a tu trabajo. Siempre queda la radio. Aprendo cada minuto cosas nuevas que luego, muchas veces, se olvidan al llegar al micrófono. De eso se trata, de aprender un oficio, de aprehender las herramientas que te hacen ser mejor en esto de hablar con los demás.

Supongo que éstas son épocas en las que hay que estar bien con uno mismo, con los libros que le rodean y las personas que siguen alrededor. A veces es curioso cómo las obligaciones diarias se erigen en salvadoras de la propia rutina. Comprarse el Vespertine de Bjork y (por fin) el Sgt. Peppers de The Beatles. Darle al helado. Pedir sushi. Ir de cañas. Ver a Benedicto calarse el tricornio en El País y reírse. Sacar fotos a tus compañeros del Máster. En definitiva, llenar la cabeza con cosas distintas. Y todo por no saber dejar la mente en blanco para alcanzar con los años el Nirvana.

 

Naranja

Naranja

De vuelta a casa. Toda la noche por ahí, perdido en bares. Hacía mucho que no salía y que no se pasaba una noche en vela. Ese día vió amanecer desde el tren de cercanías. Nunca lo había hecho. Miraba a su alrededor y todo el mundo, la mayoría gente que iba a trabajar, trataba de no dormirse. Él estaba muy despierto aunque tenía el cuerpo y los pies molidos. Pero eso daba igual. Hacía mucho tiempo que no bailaba así y que no acompañaba a una chica hasta casa. El recuerdo de esas sensaciones le llenó y le vació: le dió fuerzas para seguir y le quitó ánimos para seguir esperando. Necesitaba esas sensaciones aunque no fuera con ella. ¿Aquello era tan raro o le pasaría a más gente? Bah, ni idea. ¿Qué más daba?

Creyó estar cerca de la estación de Atocha. Se acordó de aquel amanecer y de la gente que, posiblemente, vió un cielo así esa mañana. Ya faltaba menos para llegar a su casa. Su pequeño cuarto estaba cerca de los grandes colosos de Madrid. Tenía muchísimas ganas de ver esos edificios por la mañana con aquella luz naranja tan intensa, pero si el tren tardaba más de quince minutos ya sólo vería una luz limpia y cristalina. Nada de naranjas.

Ya despuntaba el sol entre edificios negros que pasaban por su derecha a toda velocidad. Aún tenía el frío metido en el cuerpo por haber acompañado a esa chica hasta su casa y ni una calefacción brutalmente fuerte le aliviaba. Esa noche no podría contar ninguna historia interesante. Realmente sólo había salido, bebido, bailado, reído y poco más. Ni romances, ni personas nuevas. Tampoco nada especial. "Para de sonreir", pensó. El tio de enfrente ya le miraba con cara rara. "Joder, si no quisiera dormir solo no me iría contigo". Cree recordar que lo dijo para sí mismo... o puede que lo dijera en voz alta. Cosas del vodka. El tren paró y él se echó a correr hacia la puerta porque estos cercanías no tardan mucho en largarse del andén. La estación no tenía tanta gente volando sobre el suelo como a diario pero tardó un rato en llegar a las escaleras mecánicas. Aquella era una gran estación. Salía ya casi a la calle cuando le comenzó a vibrar el teléfono. ¿Qué hacía despierta a esas horas? Diez minutos más tarde entraba a casa. No era la chica a la que había acompañado; era la chica que era suya. No vió los edificios manchados de naranja. No vió nada que no fuera a esa morena en su cama.

Tan agusto...

Tan agusto...

Mira que hay veces en las que uno está contento de cómo le van las cosas en lo profesional... De pronto, tras una salida un poco amarga llego a un nuevo sitio donde estoy aprendiendo, donde estoy conociendo a gente simpatiquísima y donde a uno le tratan muy bien. No me puedo quejar, de eso no cabe duda.

Me están subiendo el ego un poco. Muchos me dicen que lo hago bien y eso es todo un alivio. Da mucha seguridad pero, creo, no me hace "dormirme en los laureles". De hecho, yo reacciono al revés con los halagos: me esfuerzo por seguir así y mejorar. Siempre hay cosas que aprender, que mejorar y que corregir (y no sólo hablo de cómo suena uno por el micrófono).

Cogiendo polvo

Cogiendo polvo

Paseando entre pinturas de hace más de 300 años. Se hace extraño. Esos cuadros, esos trazos ya estaban ahí mucho antes de que él naciera, de que su abuelo naciera o de que buena parte de sus antepasados hubieran nacido. No cayó en el tópico de pensar que "aquello impresionaba tanto que le hacía sentirse a uno pequeño". Sí que pensaba que era un privilegiado. Esos cuadros habían pasado años y años sólo esperando en estancias a que algún a que algún jodido y déspota monarca tuviera ganas de dar un paseo mirando sus pinturas. Mientras, fuera del palacio, la gente no pensaba en arte. La supervivencia ya era bastante.

Bueno, él sabía que la supervivencia estaba garantizada. Qué iba a matarle, ¿una pandemia? Alarmistas de mierda. Era más probable que un grupo de Ñetas o un coche conducido por un borracho acabaran con él. En cierto modo, eso está asumido. Pero, ¿por qué entonces esa desgana? La Familia de Carlos IV. Goya era un puto crack. Mira que pintar a esa con la cara mirando hacia la parte de detrás del cuadro porque le caía mal... Supongo que sería el carácter de genio. ¿Ahora qué me toca hacer? Seguir sobreviviendo pese a no tener nada esencial por lo que pelear. Va a ser cierto eso de que el hombre era el animal más desgraciado porque sus necesidades son ilimitadas. En fin, en casa aguardaba el ordenador, los cd's, los dvd's y mil cosas innecesarias que nos hacen sentir, de algún extraño modo, un poco más seguros.

Salío del museo. Ya era de noche. Quedó sorprendido porque en su mente aún atardecía a las nueve. Pero no. Ya no era verano. Se subió los cuellos de su cazadora, miró hacia un lado y se perdió entre la gente que llenaba el paseo.

Bazaar

Una cena de lujo. Y no sólo por la comida. Aunque pueda sonar a topicazo la cena con Teresa, Dani y Aitor en el Bazaar anoche fue una de esas que son, como digo, todo un lujo. Una comida con amigos es siempre un buenísimo modo de dar la bienvenida. Y es que, en realidad, el año comienza ahora: cambio de estudios (siempre con la radio cerca, cómo no), cambio de compañeros en el piso y cambio de ritmo. Recupero los fines de semana y a los amigos, que ahora están muy cerca.

PD: Reivindiquemos la sobremesa, las charlas (más trascendentales o menos, eso poco importa) con amigos después de los postres, la cena y un buen vino. Cómo les quiero a estos 3 chicos... Son adorables, ¿no?

Sensaciones

Sensaciones

No creo que nadie pueda imaginar cuánto brilla el suelo de Gran Vía por la mañana. Apenas eran las 8 y el sol parecía surgir desde muy abajo, justo desde el borde de la acera. Salía, rebotaba y se metía directamente dentro de sus ojos. Aún notaba su cara tirante por el after shave que se había dado tan sólo unos minutos antes. En el viaje en metro apenas se fijó en nada pese a que en el vagón había ese día todo un muestrario de especímenes: una chica que se ponía demasiado cariñosa con su novio por obra y gracia del alcohol, otra con el pelo demasiado sucio para ser esas horas, un enano que se dormía mientras las piernas le colgaban del asiento o, también, un hombre que leía el ABC asintiendo constantemente. Así de interesante estaba el metro esa mañana pero él, mientras subía andando por las escaleras mecánicas (lo hacía siempre así porque no le gustaba esperar), tan sólo podía recordar del trayecto una canción de Zero 7 que había escuchado.

No creo que nadie pueda imaginar cuánto brilla el suelo de Gran Vía por la mañana. Subió, como siempre, por la salida de la izquierda, luego por las escaleras mecánicas de la derecha, luego giró a la derecha y subió otro tramo de escaleras, luego pasó los tornos tras adelantar a dos viejas, luego giró a la izquierda, luego subió más escaleras mecánicas, luego giró a la derecha y, al final, giró otra vez a la derecha. Tras el laberinto vió al fín la luz, pero aún no le dió en plena cara. Trepó a buen ritmo las escaleras de piedra marcadas con una banda fosforita. El sol. Fortísimo. Haciéndose fuerte en su contacto con el suelo. Las aceras brillan pero él no sabría decir si las personas que por ella transitan hacen que brille más o que se apague su luz. Siempre sentía esa constante lucha en su interior: ¿La gente apesta y en general es mala? ¿La gente es buena y hay que tener esperanza en el maldito género humano? En fin, no tenía el día para comerse demasiado la cabeza.

Esa noche tampoco había dormido demasiado. La luz cegadora de Gran Vía al amanecer, no obstante, le gustó. Las calles casi vacías aún despedían un aroma extraño. Las prostitutas ya no estaban allí para merodear alrededor de los hombres que pasan. Tampoco había fariseos dispuestos a mirarlas con mala cara delante de su mujer y, acto seguido, comérselas con el rabillo del ojo. En ese momento la calle se convirtió en un lugar muy pacífico, casi un hogar. No fue un mal modo de empezar el día. Él no quería pensar demasiado ni sentir demasiado. Tan sólo trataba de ocupar con mil sensaciones el espacio que dejaron las ideas y los sentimientos.

Rollito Periodista

Rollito Periodista

En la redacción hay un recorte de una editorial que es algo que los comunicadores no deberíamos olvidar jamás... Por mucho que la rutina laboral trate de imponerse de un modo tan feroz. Es el consejo de un redactor de The Washington Post:

"Volvamos a escribir sobre injusticias y ultrajes, a contar lo que las autoridades no quieren que se sepa... recuperemos el gusto por la buena escritura, y neguémonos a llenar los periódicos de conferencias de prensa."

Ojala sea así.

¿Sus razones?

¿Sus razones?

Aquel día se levantó totalmente derrotado. Había dormido más de ocho horas y se sentía más cansado que nunca. Tenía el cuello tenso. Una larga ducha de agua caliente le alivió. Aquel día todo era rutina: vestirse, desayunar o meterse el ipod al bolsillo para hacer más ameno el viaje en metro. Se preguntaba qué pasaba por la mente de los demás y no podía parar de cuestionarse las razones que tendrían todas aquellas "personitas" del vagón para haberse levantado esa mañana. Seguramente sería por rutina... aquella misma rutina que les había empujado a estudiar, a no estudiar, a echarse novia, a casarse, a tener hijos o a gastarse un dineral en un coche. Aquel gilipollas del fondo, el de la gorra doblada y bien calada, tenía toda la pinta de haberse empeñado hasta las cejas para pagar un coche y luego tunearlo. Aquel gilipollas viajaba en metro porque su casa quedaba muy lejos del centro y, una vez allí, tenía que pagar la zona verde. Cosas de vivir en el extrarradio.

Salió del metro y el sol le dió de lleno en la cara. No hacía demasiado calor gracias a un viento persistente que había enfriado el asfalto durante toda la noche. Sonaba en sus oídos "Slow Hands", de Interpol. Esa canción le alegraba. Mientras subía las escaleras se volvía a preguntar qué razones le habían llevado a levantarse ese día. De pronto, las escaleras se acabaron y se encontró en Gran Vía: el auténtico bullicio de la ciudad en su pleno apogeo. Giró y bajó en dirección a Callao. ¿Cuáles eran sus razones? Ya está. Ya lo sabía. No era la sólo la radio; era por ella.

I'm Back!

Bueno, bueno amiguetes... ¿Cómo os va la vida? Yo acabo de hacer un boletín, con lo cual tengo un rato libre antes del siguiente. La verdad es que aquí no paro ni un segundo... pero eso es bueno. Aunque, como llevo aquí desde las 3 de la madrugada, tan sólo espero que lleguen (de una vez) las 3 de la tarde. En fin, resumiendo: estoy muy bien, en Madrid genial y en la radio también. No me puedo quejar.

Últimas adquisiciones del Indomable (no, no son CD's): El paso por la FNAC con Edu ha hecho que mi lista de DVD se haya incrementado con "El hombre que nunca estuvo allí", "Cómo ser John Malkovich" y "La Princesa Prometida". ¿Qué? ¿Que la última no pega mucho? ¿Y qué más da? Es una de mis películas favoritas de niño... y la banda sonora de Mr. Mark Knopfler es INCONMENSURABLE.

Un beso para todos! (Excepto para Dani, que está de vacaciones y no da señales de vida... ejem, ejem).

M'encanta!

M'encanta!

¿Qué quieres que te cuente? Me apasiona la radio y trabajar en ella.... dicen que valgo y me dicen que mi voz es muy bonita... No sé. Aún tengo que aprender todo. Me apasiona salir en una radio que escuchan 4 millones de personas, salir a la calle y que nadie en absoluto te pueda reconocer. La radio tiene una magia especial.
Me apasiona viajar en el metro y reírme de cómo la gente huye las miradas directas. Me encanta fijarme en todo por la calle: las personas, las cosas curiosas que pasan, los sonidos, los olores... También me encantan los perros pero ya no tengo, se murieron y ahora no tendría tiempo para cuidarlos como se debe. Mmmmmmmmmm me apasiona la música.
Escucho música electrónica (también pincho... house y así... pero sólo como afición) y me encanta el rock y el pop “independientes”... La verdad es que cualquier música que me suene bien me puede volver loco, “independientemente” del estilo que sea. Me encanta rebuscar en las tiendas de discos.... encontrar un cd o vinilo y comprármelo.
Mmmmmmmmmm me encanta charlar horas y horas con mis amigos, cenar con ellos, dormir con amigos y amigas... en sus casas. Me encanta la pintura y la fotografía... y siempre tengo la sensación de que voy a pocas exposiciones. Tengo ganas de volver a coger mi cámara réflex y sacar mil imágenes.
M’encanta el sushi... la comida italiana y un buen vodka con naranja. Me apasionan las chicas bonitas de piernas largas (y torneadas, que dirían). Me apasiona una en concreto. Me fijo muchísimo en la cara de las personas.... me gusta descubrir cosas. Me encanta también leer.... llegar, ver un libro, comprármelo y disfrutarlo luego. Yo siempre había leído mucho, pero desde segundo de carrera se me pasaron las ganas. Imagino que estaría harto de libros o los relacionaría más con el deber que con el placer. Ahora he vuelto a leer. Y bastante. Ha sido un bonito reencuentro.
¿Qué mas? Me encanta darme duchas largas, bañarme en una piscina por la tarde o cuando ya ha anochecido... bailar en clubes durante toda la noche... Me gusta Nueva York. Me gusta París. Me gusta Barcelona. Me apasiona Cadaqués. Me gustaba “Siesta” de Antonio Miró. Ya no fabrican esa colonia... Me gusta comprarme El País y la Rockdelux. Me gusta ser crítico con lo que entra por mis oídos. Me gusta conocer a personas nuevas. Me hapasiona escrivir vien y que la jente no able mal y escriva corretamenste. ¡Ortografía!
Son tantas las cosas que me gustan, las personas que me gusta tener cerca... Uno no puede definirse. No nos podemos reducir a palabras. Sin embargo, en parte, este soy yo. Sí.

De vuelta... y media!

Hola a todos!
Tras mi viaje iniciático a los madriles y a la SER... ya estoy aquí de nuevo (en el Blog, porque sigo en Madrid currando de lo lindo). Sí, ya sé que me he pasado mucho tiempo sin escribir, pero es que mi agenda ha estado MUY ocupada: buscar piso, adaptarme al trabajo y a las (muchas) horas que meto, cogerle el ritmo a la ciudad, salir un poco el día del Orgullo...
EL PISO: Chicos y chicas... vivo en una especie de apartamento de Salou, con muebles estilo Alcántara de los setenta, con Edu y a la espera de encontrar un tercer inquilino para el verano. Nuestro casero es un entrañable canario (de las islas, se entiende) llamado Pacheco. Ah, que se me olvidaba! Tenemos un cuadro porno incluido en la decoración! Una chica corre desnuda por un prado mientras sujeta a su caballo por las riendas! Amazing!
EL TRABAJO: Las palabras fueron algo así como "Nicolás, tú tienes el turno de fin de semana". Olé! Trabajo con Javier Casal, que es un crack. La gente es muy simpática y cada día aprendo mil cosas nuevas. ¿Cuándo salgo en antena? Los findes en Hora 14, Hora 25 y en los boletines de m80. Los lunes y martes, salgo por donde me dicen jajaja.

En resumen, que no me quejo en absoluto. A partir de ahora ya quedaré másh con Dazz, Nata y la troupe. Prometido. Bueno, y con mis amigos de clase, que es que a muchos ni los he visto desde que llegué. Aunque ahora que lo pienso... a la FNAC también habrá que hacer una visitilla... hummmm... Me da que voy a crear riqueza!